Los animales, y más concretamente las aves, encuentran un problema similar. Las condiciones que impone la garganta son muy duras, y solo unas pocas especies presentan las adaptaciones necesarias para poder vivir en ella. Un pico fino que permita capturar insectos en las fisuras, unas uñas bien desarroladas, para desplazarse por las paredes calizas o la capacidad de anidar en las cavidades, son algunas de estas adaptaciones.