El bosque de Rabanal sigue ofreciendo refugio al emblemático urogallo, una especie que requiere ambientes tranquilos y con una vegetación espesa. En primavera, todavía es posible escuchar en él la “mazquida”, el característico canto de los machos cuando se encuentran en celo. Siempre, pero especialmente durante esta fase, es preciso evitar molestar a estas aves, ya que de hacerlo abandonarían su proceso reproductor, algo que tendría consecuencias dramáticas para la especie, dado el delicado estado de conservación de sus poblaciones.