A las duras condiciones impuestas por la roca hay que sumar otras, como las climáticas, que hacen más difícil la vida en estos parajes. Así, el riguroso clima invernal, la intensa insolación estival y los fuertes y frecuentes vientos que se aceleran en el desfiladero, limitan las especies animales que pueden habitar en este lugar: no es fácil moverse por estos riscos, el clima es inhóspito y el alimento no abunda. Solo los grandes especialistas prosperan en este entorno.