Tal y como ocurre en todos los robles, las hojas del melojo son lobuladas. Su haz es brillante, ya que posee un recubrimiento céreo que impide la pérdida innecesaria de agua. Su envés aparece revestido por miles de pelos microscópicos que le confieren un aspecto aterciopelado, que también impide la pérdida excesiva de agua a través de los estomas.