Durante las estaciones más benignas, las vacas permanecen varios meses en el exterior, aprovechando la hierba que crece en los pastizales del valle. Cerca de ellas siempre están la lavandera blanca, el escribano montesino y la tarabilla norteña, que sacan provecho de los insectos que se alimentan de los excrementos de las reses. El cuervo, siempre vigilante, merodea por estos ambientes en busca de algo de carroña.