La tarabilla norteña, la lavandera blanca o el escribano montesino se dejan ver con frecuencia en los márgenes de las formaciones de matorral, buscando siempre zonas donde estas clarean y se combinan con pequeños pastizales. La presencia de excrementos de ganado favorece la proliferación de determinados insectos, que atraen irresistiblemente a estas aves.