Una vez que el Torío abandona las hoces, el bosque de ribera vuelve a hacerse presente. Como ocurre aguas arriba, los fresnos, los chopos, los sauces y otras especies acompañantes forman un soto ribereño en el que viven diversas especies de aves que no serían capaces de sobrevivir en el duro hábitat que constituye la garganta.